Programa 2022

Historia

MISA CRIOLLA Y NAVIDAD NUESTRA

Ariel Ramírez se propuso componer una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas,
recibió el estímulo y el asesoramiento del R. P. Osvaldo Catena, asesor de Liturgia para América
Latina, del R. P. Jesús Gabriel Segade, director de la Cantoría de la Basílica del Socorro y del R. P.
Alejandro Mayol, uno de los más entusiastas promotores de la idea. Después de discutir largamente el
tema, se resolvió elegir de común acuerdo el texto litúrgico español aprobado recientemente por los
peritos de América Latina.
Sobre esas palabras debía encontrar Ariel Ramírez los elementos rítmicos más adecuados para
transmitir el fervor de cada secuencia de la misa dentro del ámbito musical de nuestro folklore. A esta
dificultad se agregaba el problema de la elección de intérpretes capaces de asumir la responsabilidad
de expresar, con la debida belleza y autenticidad, esta ambiciosa creación.
Teniendo en cuenta tales problemas, Ariel Ramírez encaró su composición como una obra para
solistas, coro y orquesta
La Misa Criolla se inicia con el Kyrie, concebido sobre dos ritmos -vidala y baguala- aptos para
expresar la honda súplica de esta letanía.
El más difícil de los momentos de la Misa Criolla es, sin duda, el Credo, por la grandeza de su tema y
por el ritmo escogido: la chacarera trunca, aire muy popular en Santiago del Estero. Un ritmo
obsesionante, casi exasperado, subraya la línea melódica que entra con una fuerza dramática
impresionante en torno a las réplicas de los musicos y el coro, alternados en la afirmación de la
profesión de que es propia de esta parte de la Misa
Ariel Ramírez trabajó el Sanctus sobre uno de los ritmos más bellos del folklore boliviano: el carnaval
de Cochabamba, de marcado y subyugante compás, como lo requiere este momento de la Misa en que
se aclama la gloria que llena los cielos y la tierra. El Agnus Dei está dicho en un estilo pampeano
íntimo, tierno y a la vez solemne.
Si la Misa Criolla fue concebida teniendo en cuenta las exigencias de un tema lleno de majestad, los
motivos de Navidad Nuestra han sido creador para un retablo criollo donde cada momento del Misterio
de la Encarnación es expresado de manera popular: con toda la ternura y plasticidad con que se evoca
en el espíritu de la gente sencilla es milagro ocurrido hace dos mil años en tierra de Judea.
Ariel Ramírez dio a cada episodio de la Navidad una voz regional diferente: un chamamé para la
anunciación a María, una huella pampeana para la peregrinación de José y María una vidala
catamarqueña para el Nacimiento, La Adoración de los Pastores se hace en ritmo chayero y la de los
Reyes Magos en tiempo de takirari, la huída de la Sagrada Familia es una vidala tucumana. Eran
necesarios versos cálidos, tiernos, sencillos: palabras que pudieran repetir quienes sintieran la
emoción del milagro navideño. Félix Luna fue el poeta que colaboró con Ariel Ramírez en la
elaboración de las canciones de Navidad Nuestra. Sus textos, asociados a las melodías populares
compuestas por Ariel Ramírez, hacen posible el prodigio de una estampa que tiene sabor y color
americano sin perder su contenido universal.
El Nacimiento, una canción que expone los elementos básicos de la vidala catamarqueña en un
esquema musical que por su línea melódica puede ser — nuestra– canción de Navidad. La chaya
riojana convoca a el coro y la orquesta, en un ritmo jubiloso, pastoril, agreste, que recuerda en su
letra y melodía a los villancico que en el siglo de Oro español esmaltaron las obras teatrales clásicas.
La Adoración de los Reyes Magos viene en tiempo de takirari, el crepitante ritmo boliviano, sobre
cuyos compases los magos de Oriente ofrendan al Niño Dios arrope, miel y un poncho de alpaca.

Y por fin, la huída de la Sagrada Familia, lenta y golpeada, sobre una vidala tucumana que transmite
la angustia de la Madre por escapar al peligro que corre su criatura. Navidad Nuestra ofrece, en una
selección que armoniza todas las tonadas de esta tierra, el misterio de la encarnación al modo
nuestro. Al modo tierno y sencillo en que lo suelen cantar, bajo cielos diferentes, aquellos que creen
en el mensaje de un Dios que bajó al mundo para traer paz a los hombres de buena voluntad.
Tal, la Misa Criolla y la Navidad Nuestra han reunido la vocación creadora y la emoción interpretativa
de muchos hombres y mujeres que han dado testimonio de la perenne vigencia con que se vivifica un
misterio de amor, al que se puede cantar con voces propias, vernáculas, porque su dimensión no
admite fronteras. Un misterio de amor que, está visto, puede expresarse también, con dignidad y
hermosura, en palabras y melodías que transmiten el caliente sabor de nuestra tierra americana.
Debut de la Misa Criolla
Cuando en octubre de 1964 se grabó la Misa Criolla, quienes participaban en esa tarea tuvieron la
sensación de que estaban contribuyendo a una realización destinada a tener trascendencia. Pero
ninguno pudo prever la dimensión que habría de adquirir vertiginosamente esa obra, colocada entre
los éxitos mundiales más importantes de la década.
No solamente la venta de más de medio millón de discos (formato de aquella epoca) y las ediciones
que se han efectuado de la Misa Criolla en cuarenta países, sino los juicios de personalidades como Su
Santidad Paulo VI, Salvador de Madariaga y otros, acreditan la importancia de esta obra; una obra
que ha traducido el sentimiento religioso que nutre el Sacrificio de la Misa a través de ritmos,
melodías, instrumentos y palabras que tienen un signo inconfundiblemente argentino. Puede decirse
sin exageración que la Misa Criolla marcó la irrupción en el mundo de la música argentina de
proyección folklórica, con un nivel artístico que le permitió ser admirada y amada por grandes sectores
del público europeo y americano.
Este acontecimiento no se debió al azar. Fue la culminación de un proceso colectivo que viene
recogiendo desde años los mejores aportes de tradición nacional y americana en el campo de la
música. Y es también evidencia del tamaño y madurez de uno de los más grandes compositores
argentinos de hoy: el maestro Ariel Ramírez.
La Misa Criolla y Navidad Nuestra ya han sido asimiladas por LatinoAmerica como expresiones propias
porque traducen un espíritu colectivo y popular y una emoción a la que nadie es ajeno.